martes, 5 de febrero de 2013

 

“ O LIBRO DO XIRO “



“O Xiro”, Antonio Pérez Sánchez es uno de los vecinos populares de Chanteiro.



Ahora, por los achaques y la edad está obligado a permanecer en casa. Pero en sus años mozos y ya maduros, desplegó distintas actividades en diversos sectores, destacando siempre por su cordialidad y simpatía con enorme sentido del humor e imaginación.

Sus charlas eran siempre amenas con toques de fabulación, recuerdos del pasado y “mucho cuento”.



También era lo que se dice un “manitas” en lo laboral, desempeñando oficios varios: carpintero de banco en muebles y sellas, también de ribera en chalanas y piraguas. Fue encofrador, albañil, pintor, herrero, agricultor, marinero y pescador. Y en los ratos de ocio era animador y Cuentacuentos.

Famosa fue su piragua, que en ocasiones dejaba en una charca en la playa chanteiresa y donde llevamos un chapuzón al zozobrar cuando pretendíamos pescar  anguilas.



En el pasado año 2011, un sobrino de Xiro de A Redonda (Mugardos), José Manuel Sousa Pérez, le dedicó un pequeño libro novelado, versado en los recuerdos de Chanteiro que le escuchaba a su tío Xiro. Lleva forma de conversación figurada entre O Xiro y un supuesto amigo “Cipri”, chanteirés emigrado y que se reencontraban, después de muchos años, en una excursión a Cantabria donde Cipriano montara un Bar y allí rememoraban sus andanzas y los recuerdos que tenían de la vida en Chanteiro en sus años mozos (décadas de los cincuenta del pasado siglo XX).



Como tuvieron la gentileza de obsequiarme con un ejemplar de la edición personalizada de este Libro sobre los “Recuerdos de Nuestra Aldea”, me complazco en presentarlo en mi  “A Voz de Chanteiro”, incluyendo algunos retazos de su contenido:

 
    CHANTEIRO, TIERRA Y MAR.
Los recuerdos de nuestra aldea surgieron con motivo de una excursión del Inserso a Cantabria, visitando esas hermosas tierras, nos llevaron a diferentes pueblos y rincones y en uno de ellos, llamado Potes, por cierto muy bonito y muy bien conservado, encontré tras la barra de un mesón-restaurante, en el que decidimos entrar para probar algún licor de aquellas tierras, a Ciprián, un amigo de mi infancia y parte de mi juventud vivida en nuestra aldea de Chanteiro.
La sorpresa fue muy grande, nos llevamos los dos una gran alegría ya que al encontrarnos, y aunque habían pasado muchos años sin  habernos visto, nos quedamos mirando el uno al otro y  dijimos, casi al mismo tiempo:
“¿Cómo, pero tú eres…Xiro..?”
“Y tu…Cipri?. ¡Qué alegría, yo ya perdiera la esperanza de encontrarte algún día porque perdí  totalmente la pista de por donde podías andar, pregunté por ti en algunas ocasiones y nadie me supo decir, ¡y mira! Como si el destino quisiera que  nos volviéramos a encontrar a 400 km de nuestra aldea y ¡juntos otra vez!”
Bueno, nos empezamos a hacer muchas preguntas y todas tenían respuesta aunque yo tenía mucha curiosidad en saber cómo mi amigo Ciprián había ido a parar a Potes, él me contó que con 19 años se fue a hacer la mili y por un motivo u otro ya pocas veces había regresado a Chanteiro, guardaba todavía, eso sí, muy bonitos recuerdos, pero la distancia y sobre todo la familia, que se había ido a vivir a Pasajes debido al empleo que su padre había conseguido en un barco de pesca en ese puerto, le habían impedido volver.

CIPRI- Xiro, y cómo te fue a ti en la vida, dime.
XIRO- Pues amigo,  te diré que podía haber ido un poco mejor, pero tampoco me puedo quejar porque me he esforzado y trabajado toda mi vida, trabajé como aprendiz de carpintero, luego en la construcción, también embarcado, como tú y por último haciendo de todo un poco en la aldea y por los alrededores. Fui sacando a mi familia adelante aunque casi siempre tuvimos muchas visitas al médico, si no era uno era el otro, pero con parches y cuidándonos un poco aún llegamos a disfrutar del retiro, y de divertirnos en alguna romería y en estas excursiones.
CIPRI- Bueno a ver cuéntame más, y por Chanteiro ¿ cómo anda la cosa?, yo creo que las familias que vivían en aquel entonces, que algunas eran muy numerosas, je,je! de aquellas alguna quedará en la zona, ¿no?
XIRO- Bueno Cipri te contaré que de algunas familias queda más gente que de otras, pero claro que todavía de casi todas queda alguna representación, aunque la aldea y la gente que tu recuerdas ya poco tiene que ver. Tu y yo recordamos a Os Canés, Os de Rozas, Os Cocheros, Os da Virxen, Os das Leiras, Os Rebós, Os Peinados, Os Coira, Os Codecho, Os do Manxol etc.
CIPRI- Pues con todas esas familias y esa gente que tu acabas de nombrar es con la que tengo mayores recuerdos de cómo pasamos nuestra niñez, que aunque no había las diversiones de ahora, nosotros con poco, nos divertíamos mucho, porque ahora mismo me viene a la memoria cuando íbamos con las vacas a la orilla de la playa y recogíamos los casquillos de las balas que los militares dejaban al hacer prácticas de tiro y que se las vendíamos a un Sr que se llamaba Don Leandro que había sido maestro de escuela.
XIRO- Si, me acuerdo que venía de Mugardos, alguna cosa le pasara en la guerra y nos las compraba a 5 pesetas el kilo, eso y gomas de codina a un real por cada una. Además recuerdo que se sentaba en un asiento delante de casa, que aun lo hay hoy, y como la hambre era mucha le decía a mi madre “Angelita voy a coger una piñita de uvas” y madre le decía “Coja Sr. Leandro coja” y el hombre, no veas, ¡se daba un atracón hasta no poder más!.
CIPRI- Si la gente las pasaba canutas Xiro, nos quejamos ahora, pero qué bien vivimos.
XIRO- ¡Y te acuerdas Cipri de aquel día que vimos a los hombres pez salir del agua! Qué miedo pasamos nosotros allí, escondidos en la playa viéndolos salir, ja,ja! Luego se lo contamos a todos los mayores y no nos creyeron, se reían de nosotros, incluso nos reñían por contar eso, que a nuestra manera, según lo contábamos, sonaba a una trola de las gordas. Luego la gente llegó a la conclusión de que podían ser unos buzos o algo similar, me acuerdo además, que había un capitán que estaba destinado en el Segaño pero que vivía en la casa del Sr. Juan y nos decía que lo que contábamos era mentira, a saber cómo fue en realidad aquella historia…
¿Y del lago de la playa? Por algunos sitios tenía más de 1 metro de profundidad y nos servía para jugar en él con las piraguas, ¡menudas mojaduras tenemos cogido allí!, la playa… la idea que tú puedas tener de cómo era,  hoy en día no existe, no se parece casi en nada. Pues para que te sitúes, te diré que el campo que teníamos como campo de futbol hoy es la playa y que casi todas las huertas y prados que había alrededor, hoy están llenos de pequeñas y grandes casas.
XIRO- Si, se lo alquiló a su hijo Glicerio, después fue de Manolo “el Cané” y luego, por último lo tuvo el Sr. Juan del que la Sra. Filomena era suegra. Los bailes contaban con tantas madres como chicas pues alrededor del baile había un banco que era ocupado por las madres de turno con el pretexto de aguantar los abrigos y escuchar la música, pero no perdían ni un segundo para observar a las hijas y sus amigas, estando atentas para ver con quien bailaban, como lo hacían o si iban muy arrimadas, a los compases de aquellos pasodobles como Islas Canarias o Lugo-Ferrol. Casi siempre las chicas bailaban en pareja y los chicos tenían que irlas a sacar a bailar también en pareja, no sin antes ir a calentar motores en el ambigú, los que llegaban y ya se ponían a bailar eran las parejas que llevaban ya algún tiempo juntos. El salón se hacía pequeño para tanto bailarín, porque los músicos imprimían mucho ritmo, con aquellos pasodobles, bosanovas, o cha-cha-chas… El baile era lo que más nos gustaba, principalmente a la juventud, era de entender, porque al no haber casi ni quien tuviera una bicicleta, no quedaba otra que el baile, las tabernas o algún paseo por la carretera hasta el crucero. Había gente que se ponía a vender alguna chuchería, o fruta…el Sr Antonio “el Churrero” era el que solía hacerlo.
Al baile acudían más mujeres que hombres porque ellas tenían más donde elegir, pues venían los llamados forasteros, y claro, casi nadie es profeta en su tierra. Los chicos llegaban a Chanteiro de casi todas las partes, Mugardos, Ares, Cervás, La Redonda etc. Se echaban monte arriba por aquellos caminos llenos de barro y lama y con un montón de baches, que alguno era tan grande que el que caía en él tenía que llevar flotador, sino, hombre muerto,je,je, Aunque yo creo que les compensaban tales peripecias, porque las chicas de Chanteiro, no es por presumir, eran muy guapas y cariñosas, ya se sabe el amor mueve montañas.

XIRO- Bueno el que más y el que menos, a lo largo del día trabajaba con un gran esfuerzo físico en todas las tareas, porque Cipri, si todo funcionara como ahora, con estas tecnologías modernas que en casi todas las casas hay: aparatos con mando a distancia, ordenadores y electrodomésticos como lavadora, cocina a gas, calefacción, televisión etc…después de venir de aquellos trabajos que eran tan fuertes físicamente, ¿te imaginas que nos pudiésemos sentar en estos sofás que hay hoy en día? y ver la tele, descansar de noche en cama, en estos colchones de latex-lujo, cambiar lado verano-invierno como anuncian en la tele, y no como antes, que había que ir al río, cocinar en un tres pies, sentarse en una banqueta o en un banco, irse a la cama en invierno y no tener demasiada ropa que echar en cama, para calentarnos, o como en mi casa, con un colchón de hojas de maíz. No cabe duda que la vida, con las comodidades de ahora se haría mucho más llevadera, si fuera así, yo calculo que nuestra generación podríamos llegar todos a los 100 años y sin tomar ni una pastilla.
Ya que estamos comentando lo penoso del recorrido para ir a Mugardos, me viene a la memoria lo del Sr. Ramón de la Grela aquel hombre que tanto miedo tenía y tantas bromas le llegaron a hacer. Este señor trabajaba en Ferrol en Bazán y como tenía tanto miedo, alguna vez lo tenía que acompañar Pepita, su mujer  hasta cerca de Cervás. Un día bajando de la Pena al Esteiro, por el camino se llevó un gran susto, según le comentó a sus compañeros de trabajo, les dijo que cuando iba solo y de noche alguien le dijo “GUÁ” y tanto miedo cogió que llegó al trabajo todo asustado. Sus compañeros al oír el relato le dijeron “Ramón había de ser la raposa” y él les contesto “¿la raposa? Había de ser… sabe Dios lo que era!”. Como en la aldea todos sabían lo miedica que era, la juventud aún se lo hacía peor, recuerdo que un día le echaron un saco de hierba en el río cerca de su casa y al salir afuera vió un bulto en el río y creyó que era un muerto y llamaba a su mujer “Pepita, Pepita! Hay un morto no río!” porque claro, a él  en la distancia así se lo pareció. Pero, de estas perrerías, casi siempre quien era el cabecilla era Paco el del Outeiro, el hijo de Amalia, que todos lo conocíamos como “CHISTE”, menudo elemento este, a donde no llegaba mandaba recado, cierto día argalló de darle, pero…¡un buen susto!  Para esta broma, aunque es un poco fuerte, cogió una piragua que tenía en casa y como sabía el recorrido y la hora que este hombre hacía para ir a trabajar, con la ayuda de su hermano y José y Juan das Leiras le esperaron escondidos y cuando vieron que se aproximaba subieron la piragua a hombros simulando que era la caja de un difunto y se pusieron voz en alto a decir un recordatorio como si fuera un difunto nombrándolo a él. Aquel hombre dio la vuelta para su casa tropezando con todo lo que se encontraba en el camino, llegó a casa sin respiración y le dijo a su mujer, “Pepita Pepita! eu non vou  traballar porque ahí chegando á carretera vin o meu propio enterro!”. Aquello fue muy comentado, pero no tuvo la mayor trascendencia.
Este personaje, porque era un personaje, CHISTE, siempre se prestaba a todas las perrerías que se hacían, así, era él quien nos ponía los apodos a todos, en una décima de segundo se le ocurría un mote nada más pasar por delante de él, ¡no había nadie en la aldea sin bautizar! A mi me puso Xiro, a ti “Fuguillas”, a mi hermano Pepe “Lapis”, a Juan de Pepita “Parrulo”, a Uco das Leiras “Pingorete”, a Lolo das Cancelas “Lorigorri”, a Sito “Chimpas”, “Caí” al hermano, al señor Ramón de la Grela “Guá”, al señor Isidro “Chirola”,


CIPRI- Yo, de ese Manolo de Rebón recuerdo que le daba a todo, tenía muchos hijos y el hombre trabajaba en todos los oficios cantero, herrero, carpintero y muchos otros. El hombre no podía parar porque tenía mucha familia a la que mantener.
En invierno, Xiro, cambiábamos el mar por el bosque y jugábamos a los indios y vaqueros, a escondernos por el monte y en tiempo de las castañas las asábamos y claro de comerlas se nos manchaban las manos y sin darnos cuenta nos tocábamos la cara y no veas como aparecíamos cuando llegábamos a la Rega y nos veía la gente, nos decían “Pero vos de onde vides” y nosotros les decíamos que veníamos de “una merienda de negros”. Así que entre los baños, los juegos y el monte nos pasábamos los domingos.
También, Xiro, ¿sabes cuando veo por aquí alguna mula llevando algo de quién me acuerdo?.
XIRO- No me digas más, del comercio ambulante que teníamos en la aldea, aquello era como Rafael y Vicente pero de puerta en puerta, aunque yo creo que el animal que tenía el Señor Manuel “El Pañero” como lo conocía la gente era una burra y no una mula. Ese hombre tenía una gran clientela por toda la zona
ya que venía ofreciendo sus mercancías por todos los rueiros, generalmente lienzo para sábanas, telas para hacer remiendos, cortes de traje y diversas variedades de prendas, tanto para mujer como para hombre, Estos géneros, todos muy ordenados y resguardados con mantas y lonas por si llovía, solía traerlos los martes por la tarde por nuestra casa y venía  nada menos que de Cabañas.
Cipri también lo que recordarás mucho será la escuela, porque no es por meterme contigo pero tú eras de los que más castigaban, bien porque hacías alguna fechoría o porque no prestabas atención, además faltabas bastante a clase y al catecismo y Don Antucho no se andaba con bromas, te castigaba sin recreo o con otro de los castigos de su amplio repertorio en menos que canta un gallo.
CIPRI- Si, como se las gastaba Don Antucho. Muchas veces venía a nuestra clase, que estaba en el Monteiro,  el cura de Cervás -Don Antonio-  para ejercer, con la colaboración del maestro,  presión para que no faltáramos a misa y al catecismo y claro está, entre los dos no teníamos escapatoria, o ibas o si no llamaban a tus padres para que acudieran, cualquiera en aquel entonces les decía que no.
XIRO- Con el clero y la Guardia Civil,  no se podía andar con bromas, los guardias civiles, cuando venía por la aldea eran los dueños, entraban en las casas sin pedir permiso, tenían la autoridad de
requisarte cualquier cosa y cuando había fiesta a ellos les había que dar de comer y cenar a cuenta de la comisión y paraban la fiesta cuando ellos lo decidían, claro que colaboraban con ellos los caciques de turno que eran amigos de la corporación.
Las niñas tenían otra escuela, era en la fuente, su profesora se llamaba Doña María Luisa y vivía a modo de pensión en la casa de la Señora Francisca la Reimunda en el Curro. La escuela de las niñas estaba muy cerca del salón de baile y de la Rega donde los niños y niñas jugábamos cuando podíamos a las bolas a la billarda, a la chapa, al escondite, al marro…los juegos eran así, con muy poca cosa pero nos lo pasábamos muy bien, aunque cuando mejor lo pasábamos era en los carnavales y en la fiesta de la Merced, que todo se hacía en la Rega. También era un día de festejo la ofrenda cuando la gente de La Graña, Ferrol, Mugardos y Ares venían en grupos a la iglesia de la Virgen de la Merced para pedir que cesara una peste que afectó a muchas de estas comarcas. Esta tradición aún se conserva a día de hoy, aunque hubo algunos años en que la gente, principalmente los de la Graña y Ferrol, dejaron de venir ya que claro, hacían la travesía en embarcaciones y un año los botes venían muy cargados y al llegar casi a la playa un bote se escoró provocando que la gente se cayese al agua, ¡qué incluso hubo algún muerto!. La gente sigue viniendo en el día señalado del mes de Mayo a renovar “El Voto a la Virgen de Chanteiro o de La Merced”.
 
Me vienen a la memoria algunos momentos difíciles olvidar, aunque me gustaría que los contaras tú porque, no es por nada, pero eras uno de los que no podían faltar en todas las trastadas que hacíamos, por eso de chaval te llamábamos “Fuguillas”. ¿Te acuerdas aquel día que estando, como tantas veces, con las vacas; que muchas veces hacíamos jornadas de 10 de la mañana a 5 de la tarde; y  tú y Jose das Leiras entrásteis por una ventana en Coitelada y cogisteis pólvora que había allí?, ¿Te acuerdas que con ella en el monte hicimos unos pequeños montones y les plantamos fuego? Aquello era una traca de petardos pero al por mayor.
CIPRI- Si, aquello fue muy fuerte, ¡je, je!  Xiro, al poco tiempo el monte ardía por todos los lados y los estallidos de la pólvora eran un espectáculo, una gamberrada que se nos fué de las manos, la verdad.

XIRO- Si pero luego llamaron a la Guardia Civil de Mugardos y allí nos preguntaron a todos quién había sido el que plantara fuego, pero ahí sí que no soltamos prenda, nos mantuvimos en silencio y la cosa sólo quedó en que a la próxima nos llevaban para el calabozo y por parte de nuestros padres una pequeña riña. Oye, hablando de Coitelada también me acuerdo de otro gran susto cuando se le disparó el fusil a Geluco el hijo de Benedicta, aquel día andábamos por allí, empezó a llover y nos metimos dentro a abrigarnos con los soldados y ellos tenían los fusiles colgados en unos ganchos en la pared, con tan mala suerte que Geluco quiso sentarse allí, en un rincón y sin querer le dio al gatillo y salieron todas las balas hacia el techo, ¡tuvimos suerte de que no nos matara a todos de milagro!.
CIPRI- En Coitelada, era curioso que nadie tenía reloj, y desde allí llamaba un soldado a Montefaro por el telefonillo, para saber la hora  y mandaban a dos soldados a pie a buscar la perola de la comida. Tenían que salir siempre entre las 11 y las 11:30 para estar con la comida en Coitelada sobre la 1. Todos estos movimientos nos valían cuando estábamos por ahí con las vacas para orientarnos con la hora que era y así regresar con las vacas para casa.
XIRO- El que menos vacas llevaba eran 3 ó 4, salvo los de las Leiras que llevaban 8 ó 9, así cuando las metíamos en la carretera aquello era un desfile de ganado que a veces se comía algún producto  de las huertas, porque nosotros veníamos jugando atrás y no les prestábamos mucha atención y luego venían las reclamaciones a nuestros padres.
Pero los acontecimientos más importantes durante el año eran, la fiesta de la Merced, los carnavales, cuando cantábamos el aguinaldo por las casas, las luminarias de San Juan, que de estas ya recordamos alguna cosa, y cuando acudíamos a alguna romería. En las romerías lo pasábamos muy bien era muy alegre, normalmente lo hacíamos con nuestros padres, claro está adonde fueras siempre era en el “Coche de San Fernando” no había otra. Una de las romerías a las que acudíamos todos, casi quedaban todas las puertas de las casas de Chanteiro cerradas, era la de San Cristobal de San Felipe, preparábamos las bolsas y cestillos con la comida, que solía ser tortillas, alguna empanada y cachelos con sardinas asadas, ¡cómo una boda! Claro está, todo esto regado con unos garrafones de aquel rico vino. De más pequeño, las primeras veces que yo fui a San Cristobal con mis padres, íbamos en una embarcación de vela, embarcábamos a un lado de la playa desde unas rocas a modo de muelle pero no sin muchas dificultades, sobre todo la gente mayor, porque tenía que estar el mar muy bien para poder subir sin miedo. La embarcación era de Chiribía , un señor de Mugardos, que hacía viajes mientras hubiese gente y nos dejaba en la playita de San Cristobal, pasados unos años cambiamos la ruta e íbamos hasta la Redonda donde ya había botes ese día para pasarnos por algún dinero, la vuelta era lo mismo pero la juventud quería bailar al ritmo de la orquesta y los mayores decían que había que cruzar la ría en los botes antes de que se hiciese de noche. Luego esperábamos en la Redonda a que tocaran las primeras piezas y como se oía perfectamente el que más y el que menos movía un poco el esqueleto, subíamos por Montefaro y hacíamos la última parada en lo alto donde había una tienda, que se llamaba La Palma, allí rellenábamos algún garrafón y al ritmo de la gaita de Albino la gente comía si quedaba algo por las tarteras, se marcaban los últimos bailes del día, ¡vamos una gran farra! ¡¡Ei carballeira!!
Otro día que me mandaron a la tienda estaba el Sr. Juanito “el Chupamantas” con más gente allí y llegó la Guardia Civil  con una camioneta a buscar gente para ayudar a apagar un incendio que había en Limodre  o en San Juan, no me acuerdo bien, y cuando iban subiendo a la gente en la camioneta la Sra. Filomena lloriqueaba y el Sr. Juanito les dijo a los demás, “a  Sra. Filomena  chora, pero non porque nos leven, ela chora polo que lle debemos, por si nos teñen alá moito tempo e non lle pagamos”; porque claro, el que más y el que menos las consumiciones las hacía “al fiado” . Ya en la aldea, con mucha retranca, se le decía a la Señora Filomena “Apunta no techo que xa cando veña José do Rei xa che paga” esto lo decían porque este hombre nunca frecuentaba la tienda y así hacían cabrear a la Señora Filomena.
Yo, cuando iba  a la tienda, era raro el día que no escuchaba algo para contar, imagínate la cantidad de historias que allí se contaban, también era raro el día en que en la tienda no estuviera Florencio, un hombre pequeñito, menudo y con unas botas de goma, que tanto tiempo pasaba dentro para no pasar sed, claro que cuando salía se le movía todo a su alrededor y, como se caía decía “llueve aceite, por eso resbalo tanto”.
CIPRI- Xiro, es que en aquellos años el que más y el que menos, lo que se dice sed, no pasaba; se frecuentaban bastante las   tabernas, se hacían visitas mañana, tarde y noche, así que el vino y la caña no se estropeaban y era frecuente algún calentón entre la clientela.


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CHANTEIRO, DONDE EL ATLANTICO GOZA,

Estos son los recuerdos de Antonio “O Xiro” y su amigo Ciprián “O Fugillas”

 7 DE FEBRERO DE 2011

Mi agradecimiento a mi sobrino José Manuel Sousa  Pérez  y su familia por su colaboración en la elaboración de este relato.
ANTONIO PEREZ SANCHEZ

2 comentarios:

  1. gracias por compartir tan grato relato ,el cual por unos instantes me translado a mi tierra natal chanteiro un abrazo de un chanteires por el mundo

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  2. Grazas Pita por ese abrazo que sempre nos une aos que queremos a Chanteiro.
    Saudos.

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