jueves, 8 de octubre de 2009

Mundo Curioso de Tino Gelpi

Desde siempre nos agradó disfrutar de la estación de Otoño.
Con la llegada del otoño la naturaleza se transforma, modifica su color y cambia su piel; las hojas
caen poniendo, a nuestros pies, una mullida alfombra.
Los aires refrescantes nos trasladan a estados de tranquilidad, paz y sosiego.

Por eso son muchas las personas, que eligen esta estación para disfrutar del campo y vivir, en primera persona, este cambio.
Y son actualmente muchos, también en esta comarca, los que se dedican, especialmente en esta época, a la recogida de setas, porque es cuando hay más biodiversidad de especies.

Tino Gelpi es un aficionado aresano experto y divulgador micológico.
Trabaja en Extremadura y colabora en diferentes Revistas, Foros y Webs especializadas.
Como muestra nos deja el siguiente artículo:

MUNDO CURIOSO
Cordiceps militaris, el defensor de los pinos

Durante la primavera podemos ver un gran número de pinos despojados de sus cubiertas verdes, casi secos y salpicados de grandes copos blancos.
Estos copos son los nidos de una oruga conocida con el nombre de “Procesionaria” y es la causante de la defoliación de nuestros pinares.

Estas orugas están cubiertas de pelos urticantes que desprenden y dispersan cuando son molestadas produciendo irritación en la piel y mucosas de las personas.

El nombre común de procesionaria le viene dado por la forma que tienen de desplazarse; lo hacen
marchando unas detrás de otras formando grandes filas o procesiones.

La procesionaria del pino nace de la mariposa Thaumetopea pityocampa.

Esta mariposa posee un cuerpo rechoncho, no puede alimentarse y su única actividad durante los pocos días que tiene de vida consiste en atraer al macho mediante unas sustancias que segrega para después, antes de morir efectuar la puesta.


Las larvas cuando salen del huevo tejen un nido entre las acículas del pino parecido a una bolsa de seda donde pasan el día, por la noche lo abandonan y salen en busca de alimento que son las agujas más tiernas del árbol, al regresar para encontrar el camino de vuelta se guían por un hilo de seda que van dejando a su paso.


Pasan el invierno en estos nidos y a principios de primavera ya adultas descienden al suelo para enterrarse y transformarse en crisálida, de donde gracias al milagro de la metamorfosis, al cabo de unos meses saldrán nuevas mariposas que volarán para aparearse y depositar los huevos entre las agujas de los pinos, comenzando así un nuevo ciclo.



Pero algunas no podrán terminarlo, porque en el pinar acechan unas pequeñas setas de 2 a 6 cm de alto que cargadas con millones de esporas surgen del suelo como pequeñas llamaradas.

Tienen un color rojo amarillento vivo y son la evidencia de que aquí tuvo lugar una terrible batalla ya que, a modo de cruces nos señalan un enorme cementerio porque debajo de cada seta hay enterrado un cadáver de oruga de procesionaria.


Y el responsable de estas muertes es nuestro protagonista, el Cordiceps militaris, un hongo Ascomyceto del orden Clavicipales y del género Cordiceps, especie Militaris, un hongo defensor de los pinos que mata a las crisálidas de la procesionaria y vive parásito sobre ellas.





Cuando las orugas adultas después de devorarlo todo bajan de los pinos para enterrarse, son alcanzadas por las esporas de esta pequeña seta que se depositan entre sus pelos urticantes y al enterrarse, las orugas cavan su propia tumba pues es entonces cuando las esporas encuentran las
condiciones adecuadas para germinar y desarrollar su micelio extendiéndolo en forma de tentáculos sobre el cuerpo de la crisálida penetrando en ella quitándole la vida.







Y, más tarde, donde debería nacer una mariposa, brota resplandeciente desde el cadáver enterrado de la crisálida un nuevo Cordiceps militaris cargado de munición para continuar su batalla contra las orugas destructoras de los pinos.

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